Una pizca de locura, una tonelada de pasión y un mundo de aprendizajes
Una pizca de locura, una tonelada de pasión y un mundo de aprendizajes
Blog Article
Vivimos en una realidad donde hasta tu tío asegura ser experto en bienes raíces, ser realmente bueno no consiste únicamente en usar ropa formal o decir sin reír “este espacio tiene gran potencial”. Brillar en el mundo inmobiliario va más allá de una sonrisa falsa. Hoy te comparto lo que nadie te dice sobre sobresalir en esta jungla de propiedades, muestras con suegras que lo critican todo.
1. Comunicación: más que hablar bonito. Ser claro, directo y empático es como tener ventaja divina en este negocio. Si no entiendes a la señora que quiere una casa “con alma”, o al joven que busca un “departamento moderno que no huela a sótano”, estás frito. Presta oído como un confidente, interpreta como poeta, y sé rápido y encantador al responder. Y ojo, comunicar no es solo por voz. Una frase en un correo puede ser la diferencia entre una inmuebles con descuento venta épica y un "gracias, no". Tip valioso: si te pasas con los "¡¡¡", podrías parecer desesperado. Cuida esos detalles. Además, uno debe adaptarse al cliente. ¿Recibes mensajes solo con GIFs y emojis? Habla su lenguaje visual. ¿Te llega una pareja tradicional? Saca tu lado formal pero acogedor. No es ser alguien más, sino de conectar.
Y por favor… si tu cliente dice que no le gusta el color verde, no lo lleves a ver la casa del Grinch. Evita el bochorno.
2. Conocimiento (y un poco de intuición mágica). Saber medidas y baños no es suficiente. El buen agente debe ser psicólogo. ¿Por qué? Porque los datos valen, claro, pero descifrar el deseo es la base. Imagina esto: llega un señor y dice que quiere una finca… pero al rato te menciona que no soporta el barro. Ajá. Ese perfil necesita análisis. No se trata solo de ofrecerle lo que pidió literalmente, sino de ofrecerle lo que encaje con su estilo de vida. Tener información actualizada también es vital. ¿Cambió una norma del POT? Son datos que te hacen ver como un profesional. Y lo más importante: haz tu tarea antes de invitar al cliente a una cita. Evita convertirte en el agente que mete a una pareja mayor en plena zona de rumba. Puede parecer gracioso, pero es un error que cuesta.
Bonus: la magia está en tu vibra. Tu actitud vale más que mil folletos. Si el cliente siente que estás más tieso que la pared del baño, será difícil que confíe en ti. Una risa sincera, una vibra relajada, y ser tú mismo pueden hacer milagros. Pero ojo, no te conviertas en payaso. Ser simpático no es ser bufón. Tu imagen también comunica, pero no se trata de parecer modelo de revista. Solo evita mezclas de colores que asustan. Y por favor, cuida la armonía de tu atuendo. La sobriedad vende, no caos visual.
Lo que más importa, hay algo que no se compra online: el amor por lo que haces. Si amas este trabajo, eso se transmite. Esa chispa, combinada con conocimiento, te hace cerrar tratos.
Conclusión: más que vender, es conectar. Ser agente inmobiliario de verdad no es solo mostrar casas. Es convertir deseos en espacios. Es tener paciencia cuando nadie llega a la cita, es aguantar zapatos apretados, es mantener la compostura ante críticas eternas. Pero también es la magia de escuchar “¡esto es perfecto!”. Y ahí, futuro crack del sector, todo cobra sentido. Así que si ya formas parte del gremio, recuerda: estás en un camino que exige locura, estrategia y alma. Solo necesitas pasión, estrategia, y sí… esa chispa especial.
Report this page